jueves, 20 de octubre de 2011

Estado de Anarquia



Generalmente se utiliza la frase como un peyorativo, para indicar la inacción de un gobierno ante un problema. En los últimos días tal vez más de uno la utilizó en el país para quejarse de las invasiones de tierra y las frecuentes huelgas en el sector del transporte público. Yo la vi utilizada por un diputado, en un artículo de un periódico local.
Estando inmersos en el pensamiento estatista es fácil presumir que es así, ya que se espera que el Estado sea un árbitro en caso de conflicto de intereses y un defensor de los derechos de los individuos.
Ahora bien, si se parte del hecho de que el Estado es un monopolio, sostenido a base de la extracción de recursos y la imposición unilateral de normas, realizadas de manera coercitiva, difícilmente se pueda esperar un árbitro imparcial y un protector incorruptible de los derechos de los súbditos. Más allá de que el Estado sea per se una institución moralmente injustificable, se puede ver que en la práctica el Estado es la institución más susceptible de ser manejada por grupos inescrupulosos. Claros ejemplos de esta realidad son los sindicatos de las empresas de transporte, y los grupos de sintierras.

El primer ejemplo (sindicatos del transporte) involucra a un rubro que está regulado por el gobierno en itinerario y precio del servicio, además de haber recibido en el pasado créditos de bancos estatales que nunca saldaron, y recibir actualmente subsidios en el coste del combustible. Los sindicatos funcionan como una mafia, que impide que los vehículos que no están en condiciones de transitar sean sacados de circulación (como la regulación dispone que sea), que las empresas ineficientes sean desplazadas por otras que tal vez tuvieran mayor capacidad de cumplir con la demanda en materia de calidad del servicio, frecuencia y precio; y que deja sin transporte a una  población de tamaño considerable cada vez que le place decir que el precio que perciben por el servicio es insuficiente, incluso atacando las unidades de las empresas que deciden no plegarse a sus huelgas.

El segundo ejemplo (sintierras) goza de la protección del gobierno en el sentido de que se le conceden los terrenos invadidos si los invasores son suficientes, y si se quedan en el predio ocupado el tiempo suficiente; y en el hecho de que es  extremadamente difícil para un propietario ejercer la defensa de su terreno por sí mismo en caso de percatarse que está siendo invadido. La legislación básicamente alienta a la proliferación de tales grupos. Se ha encontrado entre los integrantes de dichas bandas a personas que ya habían recibido tierras del gobierno anteriormente, incluso, y simplemente se dedicaron a deforestarlas  para luego abandonarlas y salir en busca de otro lugar que rapiñar.

Viendo estos ejemplos, y el hecho de que el gobierno al regular simplemente imposibilita la legítima defensa y el libre intercambio (ya por ineptitud, ya por  complicidad), lo que se puede concluir es que el problema es precisamente la falta de anarquía, la falta de libertad para protegerse de los agresores y comerciar con quienes nos ofrecen el servicio que deseamos.

Dejemos de buscar que el gobierno nos otorgue cosas como la libertad y la  seguridad; arrebatárnoslas es precisamente el objetivo último de su existencia

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